A Shepherd's Message - Oct. 28, 2025

In this message, Archbishop Joe S. Vásquez reflects on how the saints of the Church impact and inspire the lives of Catholics today. 

How do the lives of the saints illuminate the universal call to holiness for every baptized person, especially in today’s culture? 
The Church teaches us that we, the baptized, are called to holiness. Holiness is not just for priests, religious, sisters or monks; every baptized person is called by virtue of their Baptism to be holy. No matter your state in life, all of us have a responsibility to become like Jesus Christ. By God’s grace, we are to walk with and to live a life in Christ.      

How can the saints help us deepen our relationship with Jesus Christ and our commitment to living the Gospel?
When the Catholic Church canonizes certain men and women, we believe they are saints with God in heaven, and they are to be an inspiration for us. We can read and learn about their lives and be inspired: How can I live this way? For example, how can I live like St. Thérèse of Lisieux? How do I give myself over to living a simple life of daily prayer and loving those around me?
Her simple way, also called the Little Way, becomes a path for us to grow in holiness — everyday acts of love help us to serve others as Christ did. The saints not only give us inspiration, but they also intercede for us in heaven. They’re praying for each of us that we too may attain sanctity and one day join them in the heavenly Kingdom. 

What role do patron saints play in guiding parishes, families and individuals in rediscovering their relevance in modern times? 
Even though many of the saints lived centuries ago, they are still a source of daily inspiration for us. We discover a connection with them.  
For example, St. Laurence, a deacon of the Church, cared for and served the poor, calling them “the treasure of the Church.” He is a source of encouragement to deacons and those who provide for the poor. Parishioners can turn to their own patron saints, follow their example, and ask for their intercession. For example, husbands and wives can follow the example of Sts. Louis and Zélie Martin by being faithful spouses and encouraging a religious vocation in their children. Louis and Zélie were parents of five nuns, including St. Thérèse of Lisieux.
Although some saints were called to live an extraordinary way of life, holiness can also be ordinary. Consider the Holy Family in Nazareth. For 30 years, Jesus lived a “quiet” life, yet He sanctified every moment by the fact that He was the Son of God. Many of us are called to do the same. We are called to unite ourselves daily to Christ and become more like Him by going to work, providing for our families, instructing our children in the Catholic faith, participating in Mass, receiving the Sacraments, caring for the poor through Catholic Charities, San José Clinic and Society of St. Vincent de Paul or other ministries. By His grace and our union with Him, our ordinary lives become sanctified and set apart, pleasing to God.

How can two of the Church’s newest saints, St. Carlo Acutis and St. Pier Giorgio Frassati, inspire us as Catholics today? 
After canonizing these two young men of the 20th and 21st centuries, Pope Leo XIV said, “Sts. Pier Giorgio Frassati and Carlo Acutis are an invitation to all of us, especially young people, not to squander our lives, but to direct them upward and make them masterpieces.”  These men lived ordinary lives. They found God in simple, ordinary acts, such as taking care of the poor or devoting themselves to the Eucharist.
St. Frassati lived his faith in public, serving others in society and in political life. He enjoyed the outdoors and nature. St. Acutis found Jesus in his family, friends, school and parish community, drawing them all to the Blessed Sacrament: “The Eucharist is my highway to heaven,” he said.
Both also grew in holiness and found faith by uniting their suffering with the Cross of Jesus Christ. They knew that their suffering could lead them to deeper love for Him and growth in holiness. These two saints are powerful and excellent examples of inspiration for all people, both young and old. God continues to call all of us to become holy.

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En este mensaje, el Arzobispo Joe S. Vásquez reflexiona sobre cómo los santos de la Iglesia impactan e inspiran la vida de los Católicos hoy en día.
 
¿Cómo iluminan las vidas de los santos el llamado universal a la santidad para toda persona bautizada, especialmente en la cultura actual?
La Iglesia nos enseña que nosotros, los bautizados, estamos llamados a la santidad. La santidad no es sólo para los sacerdotes, religiosos, hermanas o monjes; toda persona bautizada está llamada, en virtud de su Bautismo, a ser santa. No importa el estado de vida, todos tenemos la responsabilidad de asemejarnos a Jesucristo. Por la gracia de Dios, estamos llamados a caminar con Él y vivir una vida en Cristo.
 
¿Cómo pueden los santos ayudarnos a profundizar nuestra relación con Jesucristo y nuestro compromiso de vivir el Evangelio?
Cuando la Iglesia Católica canoniza a ciertos hombres y mujeres, creemos que son santos que están con Dios en el cielo, y que son una inspiración para nosotros. Podemos leer y aprender sobre sus vidas y dejarnos inspirar: ¿cómo puedo vivir de esta manera? Por ejemplo, ¿cómo puedo vivir como Santa Teresa de Lisieux? ¿Cómo puedo entregarme a una vida sencilla de oración diaria y de amor hacia quienes me rodean?
Su camino sencillo, también llamado el Caminito, se convierte en una senda para crecer en santidad — los actos cotidianos de amor nos ayudan a servir a los demás como Cristo lo hizo. Los santos nos inspiran, pero también interceden por nosotros en el cielo; oran por cada uno de nosotros para que también alcancemos la santidad y un día nos unamos a ellos en el Reino celestial.
 
¿Qué papel desempeñan los santos patronos en guiar a las parroquias, familias e individuos a redescubrir su relevancia en los tiempos modernos?
Aunque muchos de los santos vivieron hace siglos, siguen siendo una fuente de inspiración diaria para nosotros. Descubrimos una conexión con ellos.
Por ejemplo, San Lorenzo, diácono de la Iglesia, cuidó y sirvió a los pobres, llamándolos “el tesoro de la Iglesia.” Él es una fuente de aliento para los diáconos y para todos los que atienden a los necesitados. Los feligreses pueden recurrir a sus propios santos patronos, seguir su ejemplo y pedir su intercesión. Por ejemplo, los esposos pueden seguir el ejemplo de los Santos Luis y Zelia Martín siendo cónyuges fieles y fomentando las vocaciones religiosas en sus hijos. Luis y Zelia fueron padres de cinco religiosas, entre ellas Santa Teresa de Lisieux.
Aunque algunos santos fueron llamados a vivir de manera extraordinaria, la santidad también puede ser ordinaria. Pensemos en la Sagrada Familia de Nazaret. Durante treinta años, Jesús vivió una vida “silenciosa”, pero santificó cada momento por el hecho de ser el Hijo de Dios. Muchos de nosotros estamos llamados a hacer lo mismo. Estamos llamados a unirnos cada día a Cristo y a parecernos más a Él trabajando, proveyendo para nuestras familias, instruyendo a nuestros hijos en la fe Católica, participando en la Misa, recibiendo los Sacramentos, atendiendo a los pobres a través de Caridades Católicas, la Clínica San José y la Sociedad de San Vicente de Paúl u otros ministerios. Por su gracia y nuestra unión con Él, nuestras vidas ordinarias se santifican y se convierten en ofrendas agradables a Dios.
 
¿Cómo pueden inspirarnos hoy, como Católicos, dos de los santos más recientes de la Iglesia, San Carlo Acutis y San Pier Giorgio Frassati?
Después de canonizar a estos dos jóvenes del siglo 20 y 21, el Papa León XIV dijo:
“Los Santos Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis son una invitación para todos nosotros, especialmente para los jóvenes, a no desperdiciar la vida, sino a elevarla y convertirla en una obra maestra.”
Estos hombres vivieron vidas ordinarias. Encontraron a Dios en los actos simples y cotidianos, como atender a los pobres o dedicarse a la Eucaristía.
San Frassati vivió su fe en público, sirviendo a los demás en la sociedad y en la vida política. Disfrutaba del aire libre y de la naturaleza. San Acutis encontró a Jesús en su familia, sus amigos, la escuela y la comunidad parroquial, atrayéndolos a todos al Santísimo Sacramento: “La Eucaristía es mi autopista al cielo”, decía.
Ambos crecieron en santidad y fortalecieron su fe uniendo su sufrimiento a la Cruz de Jesucristo. Sabían que el sufrimiento podía llevarlos a un amor más profundo por Él y a un crecimiento en santidad. Estos dos santos son ejemplos poderosos y excelentes de inspiración para todos, jóvenes y mayores. Dios continúa llamándonos a todos a ser santos.