
Septiembre está lleno de una variedad de preparaciones. Una nueva temporada está a la vuelta de la esquina. Un cambio en el tiempo vendrá pronto mientras continuamos con nuestra vida diaria. Hay tantas cosas que estamos llamados hacer y recordar mientras vamos por nuestro camino.
Recordamos Septiembre 11, 2001, donde fuimos testigos de ese evento en el que muchos perdieron la vida y/o fueron afectados. Recuerdo estar ese día en el colegio y la profesora nos despidió temprano.
Si regresamos un poco al pasado, más de 100 años para ser exactos, en el 13 septiembre del 1917; Nuestra Señora vino a visitar a unos pequeños en Portugal. La Virgen se les había aparecido a los tres niños cuatro veces antes, aun así algunas personas que se enteraron de las apariciones tenían dudas y pidieron una señal. Dentro de poco nuestra madre les daría un milagro. Tendrán que investigar o ver una reciente película titulada Fátima para enterarse que pasó en la última aparición el 13 de Octubre 1917.
Una cosa es clara, los dos eventos nos llaman a rezar. Asi mismo, los dos eventos también causan emociones y acciones, pero preguntémonos sobre el rezo en nuestras vidas. Dónde está factorizado el silencio y quietud para rezar en nuestro día? ¿En qué momento del día hemos planificado tiempo para ese encuentro de paz con nuestro creador? Para unos de nosotros tal vez sea algo complicado planear tiempo para rezar, especialmente cuando hay niños chiquitos o cónyuges, pero es allí cuando se abre una oportunidad para rezar juntos. Podríamos rezar incorporando ese tiempo que hacemos con Dios de uno en uno durante el tiempo con nuestra familia.
Muchas de las veces describimos el tiempo familiar con un evento de deportes o un viaje al cine. ¿Pero porque no mejor hacemos tiempo de rezo en nuestro día?
Y no me refiero a cuando rezamos sobre nuestros alimentos, si claro, es hermoso rezar antes de comer y deberíamos de hacerlo; pero yo me refiero a designar tiempo específicamente para rezar en el día a día. Aquí tenemos unos consejos que podríamos considerar al organizar el tiempo para nuestro rezo:
• Madrugar media hora antes de nuestro horario normal y así poder rezar.
• Rezar el Rosario como familia antes o después de cenar.
• Llegar media hora antes a misa y rezar el Rosario.
• Investigar el horario de adoración en su parroquia y visitarla para rezar.
• Investigar el horario de confesiones y quedarse a rezar después de la reconciliación.
• Escribir en un diario cartas a nuestro Señor antes de dormir.
• Leer un libro de oración durante el almuerzo.
• Durante el viaje en el automóvil escuchar un vídeo del Rosario o tu oración favorita.
• Hacer cita con un director espiritual para discernir prácticas actuales de rezo.
• Escribir rezos en un diario durante el almuerzo.
Poniendo en práctica todo lo que estamos llamados a hacer en este mundo nos coloca más cercanos a Dios. Por lo tanto, podremos notar las obras de Dios en cuanto el rezar sea parte de nuestra vida diaria. †
Melissa Alvarez es la subdirectora asociada de el Ministerio con Personas con Discapacidad en la Oficina de Evangelización y Catequesis.
(Photo by Michelle Eisterhold)