File photo by James Ramos/Herald
Hace unos años atrás, una persona me pregunto lo siguiente ¿Cómo hago para despertar el interés de la fe en los demás? Una pregunta muy acertada para nuestros tiempos, pero también una pregunta que requiere profundización, ya que no hay respuestas sencillas debido a varios factores. ¡Cuántas veces vemos los templos llenos los miércoles de ceniza, pero no tan llenos durante los domingos!
Como mencioné, se requiere un análisis para identificar nuestra realidad, y no es con la finalidad de ser pesimista o fatalista, pero si realista. Al nombrar algunos factores, nos puede brindar luces y conocer el contexto de la persona o cultura, pero también nos puede brindar posibles caminos o pasos en la evangelización. Te nombro algunos de estos factores:
[1] Vivimos en una cultura acelerada en el consumismo y el materialismo (prueba de ello son los comerciales y las imágenes constantes que vemos en nuestros celulares). No hay estándares absolutos, al contrario todo es relativo y todo se consume para desechar y como la religión no se puede consumir es más fácil desecharla o hacerla a un lado.
[2] Lazos familiares–puede que la persona tenga un cierto interés por las cosas de Dios pero no hay una seguridad debido a que su familia es renuente o indiferente a las cosas de Dios. Cuando estos lazos familiares no están impregnados de una relación con Dios, fácilmente la persona puede sentirse desanimada o desamparada, ya que no encuentra una comunidad de apoyo en la fe.
[3] Las amistades de la persona — si la persona quiere acercarse a Dios, pero no hay en su entorno una comunidad de creyentes o un grupo de amistades que compartan la fe, es muy difícil que esta persona haga crecer su relación con Dios, y más bien se desanime haciendo que sus intereses o prioridades sean otras y no tanto su crecimiento espiritual. Esto se ve muy frecuentemente en padres de familia que solo les preocupa que sus hijos reciban los Sacramentos, pero ellos en si no están comprometidos en su fe, no asisten a misa, y participan poco en la celebración de los sacramentos o en las actividades de la Iglesia.
[4] La carencia de formación en la fe en la persona — un buen numero de adultos esta en una constante búsqueda de lo trascendental, pero debido a la poca formación religiosa que la persona tuvo durante su crecimiento, no le es fácil conectarse con la Iglesia o con alguna institución religiosa (en muchos casos la persona tendrá una escasa formación sacramental pero no una maduración en la fe)
Mencionado lo siguiente, lo interesante es que uno sea creyente o no, todos padecemos de — “un hambre espiritual”, hambre por una felicidad plena, hambre por encontrar el amor supremo. Lamentablemente, el hombre busca saciar esta hambre a través de las compras, del dinero, del poder de los vicios, del entretenimiento, etc… Pero siempre quedan vacíos. Aun así, como escribiera San Agustín en el libro de sus confesiones “Nos hiciste para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (Las Confesiones, i, 1, 1).
¿Cómo hago entonces para despertar la fe en los demás? Comencemos con nuestro propio testimonio de vida, “Predica el evangelio en todo momento, y cuando sea necesario, utiliza las palabras.” Una frase atribuida a San Francisco de Asís, en pocas palabras, que nuestra vida hable por sí sola del Evangelio, que sepa a Evangelio. Este primer paso es muy importante, ya que muy a menudo nos vemos tentados por buscar palabras, tener el programa o retiro correcto, o el libro adecuado que puedan ser la fórmula exacta y obtener el resultado de una fe en el creyente.
Papa San Pablo VI escribió “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros o si escucha a los maestros es porque son testigos” (Evangelii nuntiandi, n. 41). Y recientemente Papa Francisco nos ha invitado a una forma de predicación informal que se puede realizar en medio de una conversación o cuando se visita un hogar. En pocas palabras, ser discípulo es “tener la disposición permanente de llevar a otros el amor de Jesús y eso se produce espontáneamente en cualquier lugar: en la calle, en la plaza, en el trabajo, en un camino” (Evangelii Gaudium, n. 128).
¿Quieres despertar la fe en los demás? Comencemos con uno mismo para poder ser discípulos y testigos creíbles de Cristo. En este tiempo de Cuaresma no busques quitar o renunciar a algo como parte de tu sacrificio, más bien incrementa en tu vida buscando detalles y formas que puedan ayudar tu vida espiritual. Por ejemplo, si tienes hijos, dedícales tiempo ya sea jugando o platicando con ellos. Habla con tus vecinos, evangeliza con tus buenas obras. Trata de no hablar mal de nadie, al contrario saluda a la gente, conversa con Dios, ábrele tu corazón, Él escucha lo que pasa por tu vida, ¿tú lo escuchas? Lee su palabra — la Biblia.
Baja aplicaciones a tu celular que te puedan ayudar a reflexionar su palabra, aquí algunos ejemplos “Ibreviary” o “Rezandovoy”. Acércate a una parroquia y conoce a los sacerdotes, puedes visitar www.archgh.org para ver la lista de Iglesias católicas, acude al Sacramento de la Penitencia y Reconciliación.
No hay respuesta mágica, pero puedes comenzar a reflexionar con las siguientes preguntas.
¿Alguna vez has visto a alguien que había caído muy bajo y que cambió su vida por completo? (Leer Lc 15, 11-32) ¿Tratas de compartir tu fe con tus hijos? ¿De qué maneras? Cuando haces decisiones, ¿en quién confías? y ¿por qué? si no es Dios ¿por qué no?
Adrian Alberto Herrera es actualmente Director Asociado para la Oficina de Evangelización y Catequesis en la Arquidiócesis de Galveston-Houston.